Surcando
el inmenso mar
en
mi barco de papel,
quería
tocar el sol
y
a la aventura me lancé.
Me
alejaba de la orilla
y
él sol huía de mí,
no
sé a qué le temía
pues
no me lo iba a comer.
Las
olas estremecían
mi
barquito de papel,
y
a las rocas lo lanzó
encallándose
después.
Que
tristeza me embargó
al
no alcanzar lo que anhelé,
y
de pronto una canción
me
alteró hasta la piel.
Era
una hermosa sirena
que
sentada entre las rocas,
me
miraba y se reía
de
mi lamentable tragedia.
Al
ver que me impacientaba
se
tornó un poco serena
y
me dijo muy quedito
marinero
no te irrites,
esto
ha sido tú condena
por
querer tocar el sol
has
encallado en la arena.
Mathmer